viernes, 17 de julio de 2020

Madre

Mujer, pródigo manantial de amor.
Dónde, si no en tu mirada, culmina el sendero de esmeraldas soñadas.
Dónde, si no en tus cabellos, comienza el sentido del esplendor bioluminiscente.
Dónde, si no en tus manos, se abriga el futuro lleno de incertidumbre.

Tu semblante generoso, refresca como el rocío a la planta sedienta.
Has venido a éste mundo a dar.

Me diste un rojísimo pulsar, y con él, el ritmo. Cada latido percute el rio dentro de mí, e impulsa en mis venas tu sangre ancestral, sangre de campesinos.
Dónde, si no en la semilla del árbol que te alimento y te hizo fértil, puedo prever mi destino y descubrir de donde vengo.

Eratóstenes Flores Torres.

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